Desde sus inicios hasta convertirse en una fuerza moderna con tecnología y articulación institucional, su evolución refleja una mirada integral sobre el campo y el ambiente. Dos efectivos comparten sus experiencias y muestran el lado humano de una unidad que creció junto a la comunidad rural y supo adaptarse a los nuevos desafíos.
La Policía Rural de Mendoza fue creada formalmente el 18 de octubre de 2005 mediante la Resolución 614, aunque sus orígenes se remontan al 5 de julio de 1999, cuando una comisión integrada por el entonces oficial inspector Jorge Ignacio Mansilla, el oficial subayudante Carlos Musri y el cabo Fabio Reyes realizó una incursión en la zona de la Ruta 13 tras denuncias por sustracción de ganado. Aquella intervención marcó el inicio de una estructura policial especializada en la protección del ámbito rural.
Con el tiempo, el grupo inicial sumó nuevos integrantes -entre ellos, el oficial principal Guillermo Antequera, el oficial ayudante Walter Bustos y el oficial ayudante Raúl Chirino-, quienes elaboraron un proyecto para la creación del Grupo Operativo Táctico Rural (GOTAR), antecedente directo de la actual fuerza. En 2005 se incorporaron el oficial ayudante Maximiliano Agri, y los cabos Jorge Adarme y Mario Ahumada, consolidando la conformación inicial.
Durante sus primeros meses, la unidad dependió de la Unidad de Enlace y tuvo su base operativa en el Parque Metropolitano, donde funcionaban las caballerizas y la División de Caballería. A fines de 2005 comenzaron a operar las primeras delegaciones -Centro y Sur-, mientras que las patrullas del Este dependían de la Distrital III, hasta que pasaron a la órbita de esta Jefatura.
Finalmente, en junio de 2013 se creó la Delegación Valle de Uco, y se completó así la estructura actual con cuatro bases distribuidas en toda la provincia.
En estas dos décadas, la Policía Rural fue ampliando su misión y adaptándose a las nuevas problemáticas del ámbito rural. Lo que comenzó como un grupo enfocado en la prevención del abigeato y el control ganadero hoy se ha transformado en una fuerza integral con presencia en todo el territorio provincial, que combina la protección ambiental, el seguimiento de productos agropecuarios, la educación comunitaria y el trabajo interinstitucional.
Esa evolución se refleja en la implementación del Plan Estratégico contra el Abigeato, vigente desde mayo de 2025, que profundiza la coordinación entre el Ministerio de Seguridad y Justicia, los municipios, la Dirección de Ganadería y el Ministerio Público Fiscal. Este plan aborda el robo de ganado, la faena clandestina y la comercialización de carne sin seguimiento ni control, y ha permitido un cambio estructural en la prevención del delito rural.
Desde su puesta en marcha, el trabajo articulado ha permitido realizar casi 400 procedimientos vinculados a la Ley 22421, con más de 380 ejemplares de fauna autóctona secuestrados y 9,5 toneladas de productos cárnicos decomisados en condiciones irregulares. Además, se han recuperado 186 animales producto de abigeato y 2.700 cabezas de ganado por infracciones a la Ley de Ganadería.
En paralelo, se confiscaron 11.500 kilos de frutas y hortalizas obtenidas mediante robo o hurto, y fueron detenidas nueve personas por estos delitos. También se realizaron controles a 600 personas, de las cuales 95 tenían medidas judiciales pendientes, y diez hombres fueron aprehendidos por infracción al artículo 201 del Código Penal.
Estos resultados evidencian una fuerza más profesional, equipada y coordinada, con mayor presencia territorial y un fuerte compromiso con la prevención, la trazabilidad y el cuidado de los recursos naturales.
La auxiliar superior Andrea Vivares, con 18 años de servicio, forma parte de la historia viva de esta unidad. Desde sus primeros días encontró en la especialidad una vocación que combina el servicio policial con el compromiso ambiental. "Estoy orgullosa de pertenecer a esta institución y de trabajar con mis compañeros y jefes, que siempre nos acompañan. Es un trabajo especial, hermoso, porque trabajamos con animales", expresó.
Vivares explicó que uno de los aspectos más significativos de su tarea es la concientización sobre el cuidado de la fauna y la flora. "Mucha gente no dimensiona el daño que causa al tener animales silvestres en jaulas o al intervenir en la naturaleza. La Rural me enseñó a valorar la fauna y la flora, y a entender que es mejor ver a los animales libres, en su hábitat natural", señaló.
Durante su trayectoria ha participado en numerosos procedimientos vinculados con maltrato animal y tráfico de fauna silvestre, y recordó casos que la marcaron. Uno de ellos fue el rescate de una yegua maltratada que perdió la vida luego de dar a luz, y el intento del personal policial por salvar al potrillo recién nacido. "Esas cosas te llegan muy hondo. No hay necesidad de tanto daño. Nos afecta mucho ver el sufrimiento de los animales", contó.
También mencionó un operativo en el Este provincial donde se rescató un puma que permanecía enjaulado. "Era un animal adulto, le habían cortado las garras y los colmillos para domesticarlo. Ese tipo de situaciones te hacen ver lo necesario que es nuestro trabajo. Ese puma no pudo volver a su hábitat porque el daño era irreversible", relató.
Vivares destacó la articulación con organismos y entidades especializadas, como la Dirección de Biodiversidad y Ecoparque y las fundaciones Cullunche y Pempa, que colaboran en la rehabilitación y reinserción de animales recuperados. Además, subrayó la importancia del trabajo educativo: "Visitamos escuelas para enseñar a los chicos a cuidar la fauna. Ellos son quienes van a continuar esta tarea. Es lento, pero la sociedad está cambiando".
Por su parte, el auxiliar superior Fernando Mad, con más de dos décadas en la especialidad, destacó el crecimiento institucional y humano de la fuerza. "La Rural fue cambiando, adaptándose. Hoy tenemos mayor capacitación, más tecnología y un reconocimiento creciente de la sociedad. Eso es fruto del trabajo en equipo", afirmó.
Mad remarcó el vínculo con el sector productivo y la importancia de la presencia policial en zonas alejadas. "Nuestro trabajo es acompañar al productor, estar cerca de la gente del campo. Ellos nos conocen, confían y saben que pueden contar con nosotros. Cada patrullaje, cada control, es una manera de cuidar la seguridad y también la vida rural", sostuvo.
El efectivo destacó la incorporación de herramientas tecnológicas y la coordinación con otras áreas del Estado: "Contamos con drones, GPS y sistemas de comunicación más ágiles. Todo eso mejora la respuesta y la prevención. Pero lo esencial sigue siendo el compromiso del policía rural, su conocimiento del terreno y su vocación de servicio".
Ambos coinciden en que la tarea va mucho más allá del cumplimiento de la ley: implica un profundo sentido de pertenencia con la tierra mendocina. "Queremos que las próximas generaciones puedan disfrutar la provincia tal cual es, con sus aves, sus montes y su vida silvestre. La Policía Rural no busca sancionar, sino proteger. Nuestro trabajo es ayudar, y eso se logra con el apoyo de toda la sociedad", resumió Vivares.