Este año, la Fiesta de la Nieve, uno de los eventos más esperados de la temporada en Malargüe, dejó mucho que desear. Organizada bajo la gestión del intendente Celso Jaque y su respectiva área de Cultura, la celebración no solo perdió su esencia, sino que quedó marcada por la falta de difusión, la escasa asistencia, la ausencia de artistas de renombre y la incomodidad que generó entre los vecinos el elevado precio de las entradas.
Uno de los puntos más cuestionados fue justamente el alto costo de la entrada: $70.000 por persona, con cena y show incluidos. Un gasto difícil de afrontar para muchas familias locales, que no se justificó con una programación acorde. En años anteriores, la Fiesta de la Nieve contó con artistas reconocidos que generaban expectativa y atraían visitantes de toda la provincia. Este año, la grilla apenas ofreció a La Pleyer (cumbia cordobesa) y Ella es Tan Cargosa (rock). Nombres insuficientes para sostener una fiesta que pretende posicionarse como provincial.
Otra de las críticas que más resonó en redes sociales fue la presencia de Matías Alé, cuya contratación -según publicaciones de vecinos- habría tenido un costo elevado solo para "sacarse fotos", sin aportar mucho más.
Apenas cerca de 500 personas se acercaron al Polideportivo Malal-Hue, una cifra mínima comparada con las más de 8.000 que supieron colmar esta celebración años atrás. Este vacío evidencia una desconexión total entre la organización y la comunidad, que antes encontraba en esta fiesta una oportunidad de reunirse y encender la temporada invernal.
Como si fuera poco, varios asistentes denunciaron en redes sociales que los sorteos organizados durante la noche dejaron dudas.
En definitiva, bajo la gestión de Celso Jaque, la Fiesta de la Nieve perdió su brillo y se volvió excluyente. Lo que antes era una celebración popular y accesible hoy se percibe como un evento para unos pocos, ajeno a la comunidad que le dio origen.
Ojalá la intendencia y el área de Cultura comprendan que Malargüe merece una fiesta pensada para todos, con artistas que convoquen, precios justos y una organización a la altura. Porque si algo quedó claro este año es que la nieve seguirá cayendo, pero si no hay voluntad política de abrir la fiesta a la gente, el único frío que quedará será el de un polideportivo cada vez más vacío.